lunes, 7 de enero de 2008

Los sonidos del recuerdo

Hace unas fechas veía una entrevista que el periodista Antonio San José realizaba al viejo rockero Miguel Ríos. Al momento saltó a mi evocación su música y como no sus comienzos con aquella canción “El rió” que ponía de manifiesto el buen inicio de una carrera profesional que perdura hasta hoy.

Pero no solamente Mike Rivers (como se hizo llamar en determinados momentos) abrió mi ventana retrospectiva del pop español, y de mi juventud, sino que aquella canción deslizó mi vista hacia atrás hasta posarla en los altavoces de los dormitorios de la ULC para repetirme machaconamente aquel “chiri, chiri, chiri…nuestro amor en el rió..” que día tras día nos marcaba la hora

de saltar de la cama para comenzar una jornada nueva, al final de la década de los 60.

Fueron los años de mi estancia en Juan de Mena y Gran Capitán.
Nos incorporábamos al pop mediante aquellas cajas parlantes, que sin embargo emitían otras canciones cuyo contenido ahora considero picasiano. Me explico. Había una ranchera en la que se mentaba a una tal Rosita y cuya letra decía que “rosita estaba de suerte, porque de tres tiros que le dieron, tan solo uno era de muerte”.

Ahora con el tiempo en las sienes y con la sabiduría adquirida me preguntó ¿Cuántas veces se puede morir? ¿Y si los otros dos tiros hubieran sido también de muerte?, pues Rosita probablemente hubiera pasado al libro record de los Guinnes, por morir mas veces de las debidas.

En San Alberto, cuyo timón dirigía felizmente el P. José Luis Zabalza, la megafonía cambiaba y la zarzuela de “El Caserío” sonaba matutinalmente esparciendo por los dormitorios “el sano olor campestre a vacas, heno y campo”. Palabrita del niño Jesús, que así lo definía el bueno de Zabalza, al que conseguí cambiar la zarzuela de Guridi, por una cinta magnetofónica de aquellas de bobina, grabada con todo lo que hasta entonces había salido al mercado de aquellos muchachos de Liverpool, que con larga melena cambiaron el curso de la música pop, la moda, y las costumbres de todos los que por aquella época éramos “teenager”, es decir que en español calzábamos entre 15 y 19 años.

Hasta el propio Zabalza reconoció sabiamente: No tocan mal estos muchachos.
Beatles, Rollings, Pekenikes. Formula V, Pops Top, etc, etc. Pasaron por aquellos altavoces, conectándonos con la música del momento.

La memoria no es monosensual, y todos los sentidos, dan colorido al recuerdo. El sonido forma parte de esa maleta del tiempo, y la armonía de los sonidos, que es la música, también. Por eso he creído conveniente añadir una NOTA más, y en este caso musical, al blog.